Viajé hasta Yucatán para conocer sus famosos cenotes, aunque esta península mexicana también alberga una de las siete maravillas del mundo moderno. Evidentemente, mi regreso a mi querido México fue la excusa perfecta para visitar el templo de Kukulkán en Chichén Itzá, una pirámide construida por los mayas, precisamente, sobre un cenote. Te invito a descubrir conmigo algunas de las reliquias más valiosas de la historia.

En nuestro viaje hasta Chichén Itzá fuimos por carretera y el recorrido duró aproximadamente dos horas desde Playa del Carmen que es el lugar donde nos estábamos quedando. Si vienes, ten en cuenta que hay que pagar varios peajes en el camino.

Al llegar al complejo Chichén Itzá y durante todo el camino encuentras variedad de artesanías y souvenirs como llaveros, imanes y clásicos sombreros, el accesorio ideal para la ocasión ya que el sol es bastante fuerte. Por esta razón, te recomiendo que lleves ropa ligera a tu paseo y también que aceptes el acompañamiento de un guía para que te vaya contando cada detalle.

La entrada al complejo costó 535 pesos mexicanos que equivale a unos $27 USD. Adicionalmente, pagamos el tour completo y el total fue de 900 pesos mexicanos. Elegimos a nuestra guía y comenzamos el recorrido por la antigua Chichén Itzá.

Un dato curioso es que hasta el año 1830, aproximadamente, todas las construcciones estaban ocultas entre maleza, raíces, árboles y no fue hasta que lo redescubrieron que se logró recuperar y mantener como lo vemos hoy en día.

Sabiendo que los mayas eran expertos en matemática, astronomía y muchísimas otras ciencias, nos emocionó conocerlo a profundidad. Desde la entrada del complejo abundan los árboles de Ceiba, considerados sagrados en su cultura. Seguimos caminando entre la fusión de construcciones antiguas y naturaleza.

A pesar de que el templo de Kukulkán y los cenotes se ubican entre los principales atractivos, también conocimos el observatorio astronómico que jugó un papel fundamental en el estudio de las constelaciones, el sol, la luna y los astros; la iglesia que es una joya invaluable de la arquitectura de la época; la casa colorada y los templos de Osario, Venus y de monjas.

Cada espacio tiene su magia y por eso debemos ver más allá. No olvidemos que este complejo entero fue declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco, así que vale la pena rescatar cada detalle.

El templo de Osario

Se encuentra frente al templo de Venus, donde se cree que los mayas hacían rituales de danza e incluso sacrificios humanos. En las piedras que componen el templo de Venus se observan diversas figuras talladas. Nuestra guía nos explicó el significado de cada una. La mayoría relacionadas al poder y otras representaban personajes como el hombre pájaro serpiente.

Se cree que el templo de Osario era usado para fines funerarios, pues en el fondo se encontraron restos óseos. La cavidad tiene ocho metros de profundidad, paredes con peldaños y una entrada de luz natural que entra verticalmente desde la parte superior.

Enterrar los cuerpos en estos templos era una de las tantas formas que tenían los mayas para distinguir su clase social del resto del pueblo. En este sentido, desde el nacimiento, los hijos de la realeza eran marcados con rasgos particulares como la deformación craneal o las incrustaciones de piedras en los dientes, dos modificaciones corporales que eran consideradas signos de belleza.

Chichén Itzá: El observatorio astronómico y la casa colorada

Esta fue una de mis estructuras favoritas porque soy fanática de mirar las estrellas y la luna. Los mayas tenían un gran conocimiento que aprovechaban para iluminar las escaleras con la luz del sol y también para ubicar las columnas justo bajo el reflejo de la luna.

Las áreas que rodean el observatorio eran usadas como cancha y allí se jugaba pelota, pero no cualquier juego, porque al final decapitaban a una persona. Lo más probable es que fuera el ganador quien entregaba su sangre como ofrenda a los dioses. En otros espacios de Chichén también se llevaban a cabo estos actos públicos de decapitación, pero puntualmente con los enemigos.

Para el juego utilizaban una pelota de caucho que no podía tocarse ni con los pies, ni con las manos y mucho menos con la cabeza. Los jugadores usaban otras partes del cuerpo como la cadera, los codos y los tobillos para hacer rebotar la pelota.

Más adelante se encuentra la casa colorada y en ella quedó grabado el nombre del gobernante y su familia. Para mí, caminar en estos lugares me hace imaginar cómo era la vida de las antiguas civilizaciones, qué hacían en su día a día cuando Chichén Itzá estaba en su máximo esplendor. Pensar que la gente de esta zona desciende de la cultura maya es increíble y, definitivamente, algo que hay que preservar y compartir con el resto del mundo.

El templo de monjas y la iglesia

Se trata de un complejo habitacional para las mujeres que se piensa fue especialmente diseñado para que estas pudiesen hacer sus labores de cocina, bordado y todas las actividades que en la época eran exclusivas para ellas.

Estando allí me surgió otra interrogante, ¿con qué pegaban los mayas todas las piedras si no existía el cemento? Pues mi guía turística tenía la respuesta: la naturaleza les proveía todo lo necesario para edificar sus piezas arquitectónicas. En este caso, elaboraban su propio cemento con plantas que se hallaban en la zona. La iglesia se construyó de la misma forma y tiene una decoración extravagante que nunca ha sido restaurada.

Kukulkán, una maravilla del mundo moderno y Chichén Itzá

Finalmente, nos detuvimos a observar el templo de Kukulkán. Mide 24 metros de alto y aunque pareciera ser poco, al verlo en persona te das cuenta de que es una construcción gigante e imponente. Esta pirámide fue redescubierta entre los años 1839 – 1842 y en su interior resguarda otras estructuras igual de alucinantes. Una de sus características más atractivas es que fue construida sobre un cenote.

Todas las partes del templo tienen su propio significado: los peldaños, los rectángulos y por donde sea que mires, ya que cada centímetro está alineado al calendario maya y los astros; una razón que reúne a muchísimas personas en determinadas épocas del año para apreciar los distintos espectáculos astronómicos.

A medida que nuestra guía nos aportaba información nos sorprendíamos más y más. En un momento nos enseñaron como al aplaudir frente a la pirámide, el eco que emitía el templo se asemejaba al sonido de un Quetzal, ave nacional de Guatemala y la inspiración de la serpiente emplumada usada por los mayas como un Dios. 

Con el pasar de los años se han ido revelando otras curiosidades de la historia de Chichén Itzá, pero continúan las excavaciones y las investigaciones porque aún queda mucho por descubrir.

Cada espacio de esta maravilla del mundo moderno te transporta a la época de la civilización antigua. Es un privilegio poder conocer todas las conexiones astronómicas que lograron los mayas con cada una de sus construcciones. La verdad es que son innumerables los datos que se desprenden de esta cultura. Si aún no tienes la oportunidad de viajar a México, te invito a conocer un poco de su historia a través de mis ojos.