—¿Cómo te preparas para mañana?—me preguntaba mi amiga Gaby la noche del 9 de marzo de 2020 mientras llenaba mi planilla para ser operada al día siguiente en Madrid. —Nerviosa, pero feliz— le respondí.

Mucho gusto, soy Gladys. Mis piernas lucían diferentes al resto sin saber por qué, lo cual me impidió realizar actividades físicas y mostrar mi cuerpo con seguridad durante muchos años.

Lleve una maleta llena de ilusiones y confié en el equipo de Lipemedical mientras volaba 6.990 kilómetros de Caracas a Madrid. Ingresé al quirófano con la firme convicción de que mi historia tendría un final feliz.

Me preguntan con frecuencia si la cirugía cumplió mis expectativas y siempre respondo lo mismo: superó ampliamente mis expectativas, me siento como si hubiera renacido. Hace un año, mi vida era completamente distinta, llena de diagnósticos equivocados, inseguridades y dolor.

Mi vida con lipedema

Hasta el 10 de marzo de 2020, no podía tocar mis piernas sin sentir molestia, ni usar un bikini en la playa con mis amigos, una falda, tobilleras o botines. Cosas normales para muchas mujeres eran un sueño para las que vivimos con lipedema.

Sí, aprendes a vivir con eso, te esfuerzas mil veces más, sin importar que el progreso físico no sea evidente. El estilo de vida saludable que llevo ha sido una de las mejores lecciones que el lipedema me ha enseñado, porque soy más consciente de lo que mi cuerpo hace por mí.

A un año de mi primera cirugía para extraer el lipedema, no me culpo al ver mis piernas un poco más hinchadas, pues entendí que es completamente normal y que esa parte de mí me acompañará siempre, quizás no en lo físico, pero sí como uno de los aprendizajes más significativos de mi camino.

Lejos de arrepentirme, estoy agradecida con mis piernas, porque fueron más fuertes que los prejuicios, la vergüenza y la desesperanza. Hoy, cuando todo eso ha desaparecido, ellas siguen avanzando conmigo.

¿Qué más se puede pedir a unas piernas tan guerreras? Soportaron 10 litros de grasa durante años, dolor en cada entrenamiento en el gimnasio, un postoperatorio en plena pandemia, innumerables subidas al Ávila y, por supuesto, muchas miradas.

El proceso con el lipedema ha sido uno de los más difíciles que me ha tocado vivir. Es una condición poco conocida pero lo suficientemente evidente como para no poder ignorarla. Marcó mi andar, pero no me impidió seguir adelante.

Nadie dijo que sería fácil

Hace apenas un año, no podía imaginar verme ni sentirme como lo hago ahora: con la capacidad y la fuerza para alcanzar todas las metas físicas que me proponga. Cuando miro hacia atrás, no renunciaría a mi historia por nada. Al mirar hacia abajo, no puedo creer que sea yo, pero lo soy, en una versión mejorada que cultivo día a día: saludable, libre, feliz y dispuesta a vivir la vida al máximo.

Con amor, Gladys

Si pudiera hablarle a la Gladys de hace un año, le recordaría que todos necesitamos renacer en algún momento de nuestras vidas, de una forma u otra, y que siempre encontramos nuevas raíces.

Me considero afortunada por poder conocer a esta nueva Gladys también: más liviana, con una actitud positiva, llena de valentía y orgullo, capaz de lucir sus outfits con botines y medias divertidas que la hacen destacar entre la multitud. Cada vez más fuerte para llevar su bolso de youtuber y seguir dejando su huella en el mundo.

Si me conociste hace un año, me presento nuevamente y espero que sigas siendo parte de mi historia.